Sólo yo.

Cierra los ojos por un minuto, pon atención a cada uno de los mas pequeños detalles del mundo que te rodea, deje de pensar en futuros que imparciales basados en ni mas ni menos que el temor al presente. Tomate un par de minutos para percibir sensaciones que se ven opacadas por tantos conflicto generados por la falta de una conversación seria.

Date la oportunidad de escuchar todo lo que te rodea, el mas hermoso de los cantos de las aves recordándonos que es un nuevo día, percibe cada uno de los movimientos que realizas a cada segundo no importa que tan grandes o insignificantes creas que son, percibe cada aroma a tu alrededor del café en las mañanas antes de salir a trabajar o el de ese perfume dulce que te remonta a un lugar lejano donde la brisa del mar  refresca una tarde asoleada y que además despierta esa sensación  de éxtasis que tanto nos fascina, sueña en cada uno de esos lejanos pasajes perdidos en la memoria de un soñador joven con un hambre voraz de conocimiento.

Denota cada línea tenue reflejada sobre el espejo, cada línea que te recuerda un pasado que predice tu futuro, aquellas que solo parecen líneas sin sentido son lo que en realidad eres una pintura abstracta que parece no tener un sentido definido, hasta que tienes el coraje de salir y hacer lo que amas mas que nada en este enorme mundo repleto de paradigmas.

Piensa en que por un minuto el tan estereotipado concepto del amor que se nos a vendido durante los últimos años,  uno que a destacado por presentarnos dulces cuerpos  de seda iluminado por destellos de solares con una esencia agridulce que detestamos, pero al mismo tiempo nos envicia, representado por vestuarios caros o por hermosos rostros que enmascaran la falta de credos a uno mismo; algo que nos a llevado a olvidar el amor romántico.

Solo piensa por un minuto  un mundo donde el amor no tema de la traición o la humillación por que al momento en que cada uno decide observarse en el espejo entienda que ver esos rasgos distintivos como esos delicados  labios , la mirada penetrante color marrón o la simetría del rostro, no son lo primordial, en cambio que observé el esfuerzo, el deleite a uno mismo el aprecio a cada uno de esos rasgos que todos ignoran las tenues pero existentes ojeras, esa complexión que no es perfecta y donde las etiquetas de alto, bajo, delgado o gordo no son lo que importa, pues no somos los responsables de elegir nuestro cuerpo, pero no quiere decir que no seamos responsables de cuidarlo y respetarlo.

Donde al observar ese reflejo en cualquier  lugar seamos capases de valorarnos de darnos nuestro lugar dentro de un entorno difuso. Un lugar donde no respetamos, no apreciamos las mas delicadas notas de esencia de cada aspecto tan básico, nos encerramos detrás de una pantalla esperando que el mundo cambie por acto divino.

Debemos aceptar que nada es igual al retorcido e incomprensible retrato abstracto que llamamos mente, el fin de todo esto  es aprender que somos seres humanos irrepetibles, que debemos apreciarnos valorarnos, que debemos aprender y mas importante  que debemos ser auténticos.

Y no solamente reflejar  aquello que mas que llevar al progreso genera un retroceso  y nos separa de  la idea mas simple de todas…

El yo.